viernes, 26 de junio de 2009

El culo encostrado

Esta es la historia de mm, no se, digamos… Pepeluis.

Pepeluis era un huevon, se pasaba todas las tardes sentado en su silla de la computadora, o recostado en su cama mirando televisión. Nunca hacia ejercicio, lo más que hacía era caminar a la tienda a comprar cigarros con el dinero que le daban sus padres. Su cuerpo era cada vez más gordo, se llenaba el estomago de comida todas las noches, a punto de vomitar, asaltaba el refrigerador cada veinte minutos, y comía cualquier cosa que se encontraba, además de consumir casi tres litros de leche al día.

Pepeluis no tenía amigos, ya que era un desagradecido, vulgar y pedante, y las pocas veces que lo invitaban a salir de fiesta, el terminaba alcoholizándose rápidamente y creándose problemas con algún conocido o desconocido, y terminaba golpeado tirado en las banquetas.

Pepeluis era un hijo de la chingada, se tiraba pedos en clase, y aun así los presumía, hacia que sus compañeros se sentaran a cierta distancia de él, para no tener que cruzar palabra, o para evitar sus horribles olores. Sus padres habían considerado seriamente enviarlo a una escuela militar desde hacía ya un tiempo, pero se resignaron al saber que ni siquiera una escuela militar podría con el.

A los 23 años Pepeluis entro a la universidad, ya que un tío suyo le hizo el favor de enlistarlo sin necesidad de examen. Era su oportunidad de hace un ligero cambio en su vida, posiblemente conseguir amistades, tener una novia, lo que fuera, pero en el primer día de clases, a mitad de una de sus materias, se tiro un pedo frente a todos, pero la realidad es que el pedo se le había caído, no se lo había echado, y el sonido fue estruendoso, sonó ruidoso, y al final burbujeante, Pepeluis se había cagado. Se hizo un silencio en el salón de clases, las mujeres se taparon la nariz y salieron despavoridas del aula. Solamente una chica se quedo en el salón, mientras todos los hombres se orinaban de la risa, se llamaba… emm…. Filapia, una chica de 20 años muy similar a el, regordeta, y llena de granos, quien lo miraba con compasión, Pepeluis noto esto, y se ruborizo aun mas. Después de 20 minutos, el olor se desvaneció del aire, y el profesor dio la autorización de entrar de nuevo al salón. Hubo cambio de clase, y Pepeluis no se paraba de su banca, continuaron las clases con regularidad durante 6 horas, y Pepeluis seguía sentado en su banca, pensando en cómo entablar una conversación con Filapia.
Termino el día de clases, ya era hora de irse a casa, así que Pepeluis se armo de valor para hablar con Filapia, respiro hondo, cerró los ojos y se intento levantar, pero para el ya era muy tarde, estaba pegado a la banca, tenia, EL CULO ENCOSTRADO.

No hay comentarios: